sábado, 12 de diciembre de 2009

Aun no hemos terminado la tarea que nos dejó Rodó

Sorprende, aunque no debería, que muy pocos entiendan que el corto periodo de tiempo de la educación a nivel licenciatura, es la oportunidad para la explotación de talentos, para el mejoramiento individual y su respectivo crecimiento social. La mayoría, si bien les va, pierde su tiempo, desperdicia energía en guerrillas fatuas, pero el resto de los que integran ese grueso de quienes no saben a qué juegan, viven flotando.
En 1900, el uruguayo José Enrique Rodó, en la obra clásica 'Ariel', dijo a la juventud del continente: 'Sed, pues, conscientes poseedores de la fuerza bendita que lleváis dentro de vosotros mismos. No creáis, sin embargo, que ella está exenta de malograrse y desvanecerse'. La clave del autor era mostrar el riesgo de sucumbir ante el imperio norteamericano y su sentido de la utilidad material, algo que finalmente ocurrió, y que sirve en parte, para explicar el fracaso de la labor educacional: 'La poderosa federación va realizando entre nosotros una suerte de conquista moral'.
'.....el principio fundamental de vuestro desenvolvimiento, vuestro lema de vida, deben ser mantener la integridad de vuestra condición humana'. 'La civilización de un pueblo adquiere su caracter, no de las manifestaciones de su prosperidad o de su grandeza material, sino de las superiores maneras de pensar y de sentir...'
La tarea que encargó el autor uruguayo aun no va ni a la mitad. Están por cumplirse 110 años de la asignación de Rodó, y cada generación, de la mano de los avances tecnológicos, da un paso adelante, pero cinco para atrás. 'No aspiréis, en lo inmediato, a la consagración de la victoria definitiva...'.
La esperanza es lo último que debe perderse.
Recomendación
Ariel
José Enrique Rodó
Fondo de Cultura Económica

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